Las gotas de agua daban en la ventana con una fuerza increíble. Dentro de la habitación, el fuego de la chimenea calentaba la estancia. Ésta estaba en penumbra, débilmente alumbrada por el fuego. En el suelo enmoquetado, sentado en un cojín, un chico de no más de 15 años observaba las llamas del fuego. Tenía los ojos verdes y la piel clara. El pelo, castaño, le caía sobre el rostro cubierto de pecas. Cuando el reloj de cuco dio las doce, el muchacho levantó la vista del fuego y se incorporó despacio. Se acerco a la ventana y miró al exterior. La calle estaba desierta y en completa oscuridad. Sin embargo el muchacho se fijó en un punto de luz a lo lejos. Se quedó observando la extraña luz durante unos minutos. Poco a poco la luz se fue desvaneciendo y cuando por fin desapareció el muchacho de la ventana fue hasta el vestíbulo, cogió un abrigo y se echo a la calle. Corrió bajo la lluvia en busca de aquella extraña luz. Tardó 10 minutos hasta llegar a un claro. En el centro de éste estaba el pequeño punto de luz. El chico de ojos verdes se acercó poco a poco a la extraña luz. Acercó su mano a la esfera luminosa y en cuanto sus dedos rozaron su superficie, la luz comenzó a expandirse rápidamente. Cubrió todo el país en pocos segundos y después el mundo. Al final, todo el universo estaba iluminado por aquella extraña luz, a excepción del mismo centro de ella, ubicado en el corazón de un muchacho de ojos verdes.
ESCRITO POR: PAOLA GARCÍA ALBERTI. GRACIAS POR TU COLABORACIÓN EN ESTE BLOG
0 Comentarios:
Publicar un comentario