Voy a publicar en este blog por primera vez, algo que había publicado ya en mi anterior blog, es un vídeo hecho por mí, acerca de un hombre que realiza violencia de genero contra su mujer. INTERESANTE VÍDEO...Espero que os guste.
LETRA:
Señor Juez:
Esta carta va dirigida a usted, ya que le será de gran ayuda para aclarar este caso sin muchas complicaciones. Hoy le he pegado por enésima vez, hoy he sido violento. Ella es la persona que hace que me levante cada mañana, ella hace que sea feliz, ella me ayuda a ser más fuerte. En ella busco comprensión, apoyo, amor y cariño. Es la persona ideal, la amo. A su lado me siento bien, ella me hace sentir mejor, soy más que ella.La conocí estudiando juntos en la misma aula, hace diecisiete años. Era una chica de estatura media, ojos oscuros y almendrados, nariz puntiaguda y boca grande de labios carnosos. No era una de las más guapas, pero había algo en ella que la hacía preciosa. Era muy dulce y agradable, aun no recuerdo verla discutir. Poco a poco fuimos entablando más y más confianza hasta que nos dimos cuenta de lo que sentíamos el uno por el otro, y empezamos a salir. Los años de noviazgo pasaron muy felices y rápidos hasta que llegó el día de nuestra boda. Todo fue un éxito.
A partir de la luna de miel empezaron los problemas. Ella se mostraba más independiente, la veía hablar con otros hombres, salía vestida de una forma poco correcta para ser una mujer casada, … pero ella lo veía normal y no entendía mi postura. Ella sólo era para mí, con el único hombre que debía de hablar era conmigo, con esas ropas sólo estaba destinada verla yo, ella debía de pedirme consejos, debía mimarme, apoyarme y quererme. Pronto empecé a reaccionar violentamente. La primera vez que le pegué fue porque ella, sin ningún tipo de reparo, le sonrío a un hombre en mi presencia. No pude soportarlo y en cuanto llegamos a casa le di una gran paliza. De inmediato me arrepentí de aquello tan horrible que había cometido, pero ya era tarde. Por suerte ella no había cambiado y pudo perdonarme. Le prometí que ésa sería la última vez, que la amaba demasiado para dejarla ir. Y ella confío en mí como siempre había hecho.
Después de ese incidente, su comportamiento hizo que esos hechos se volvieran a repetir, pero ya no le decía que la quería, ni tampoco le pedía perdón. Ella estaba obligada a permanecer junto a mí el resto de su vida. Ella era mía, y ella debía obedecer mi voluntad.
Ayer empecé a beber descontroladamente, ella me pedía que parara… ¿Por qué se puso en mi camino? ¿por qué no me dejó seguir? Si no se hubiera entrometido… nada de esto hubiera pasado. Empecé a empujarla, deseando que pudiera escapar lejos de mí, pero ella lloraba y se acercaba a mí para abrazarme; seguí por darle una cachetada, ya no sentía pena, me sentía mejor; continué por propinarle un puñetazo, ya no podía parar, quería pegarle más y más fuerte, no pude parar, deseaba incluso llegar a matarla. Conseguí dejarla inconsciente, cuando vi que su cuerpo yacía dormido deseaba besar su boca, secarle sus lágrimas, y borrar las manchas de sangre. Quería llorar, pedirle perdón, estaba arrepentido, ¿cómo pude haberle hecho eso? Pero ella era la culpable, ella es la responsable de que yo le haga esto, ella debe estar ahí siempre para ayudarme y acompañarme, y no como una autoridad a la que hay que respetar. Cuando despierte le voy a jurar que no lo volveré a hacer, aunque en el fondo sé que no podré, que no podré contenerme, porque en realidad, me gusta oír sus gritos, verla sufrir pidiéndome que pare, sentirla inferior a mí, mancharme las manos con su sangre y poder sentir su dolor.
Hoy, Sara ha muerto. La llevo matando toda la vida. Ayer fue la última vez que sufrió por mí. Los golpes fueron demasiado fuertes y ella ya no tenía fuerzas para resistirlos. Ya no podré pedirle perdón, ya no podré volver a besarla. Sus ojos ya no volverán a mirarme. Ahora estoy realmente arrepentido por todo lo que hecho, si yo la quería, ¿por qué pude hacerle eso? Maté con mis propias manos a la persona que amo, a la única persona que me quería y que pensaba que yo era un buen hombre al que había que encontrar. ¿Sara por qué no me encontraste? Quizás ese “yo” que tanto buscaste no existe. Estés donde estés quiero que sepas que te amo y que siento mucho todo lo ocurrido. No te preocupes que pronto las pastillas harán su efecto y regresaré contigo para pedirte perdón, no te dejaré sola.
Hasta pronto.