sábado, 7 de enero de 2012

"RELATO: ¿Por qué no?"


El primer día de clase de filosofía, el profesor, nada más entrar por la puerta, dijo:
-“Separen las mesas. Vamos a hacer un examen para comprobar el nivel de cada uno. No se preocupen, no cuenta para nota
Los alumnos se separaron y poco a poco fueron recibiendo la hoja del examen, don de sólo estaba escrita una pregunta:
“¿Por qué?”
Los alumnos se miraron entre sí, extrañados. Uno de ellos levantó la mano para preguntar, pero el profesor lo ignoró deliberadamente hasta que el chico se cansó y la bajó. Cuando los alumnos comprendieron que no iban a recibir respuesta, algunos hicieron ademán de empezar a escribir, e incluso hubo alguno que escribió algunas líneas, pero las borró rápidamente con tipex. Todos miraban a sus compañeros de al lado con cara de no saber qué hacer.
Uno de ellos, más tímido y callado que los demás, estaba sentado en una esquina al lado de la ventana y miraba hacia afuera con expresión soñadora y con el bolígrafo en la boca. Tampoco él sabía qué poner en el examen. Miraba maravillado a un nido de un árbol cercano en el que un pequeño pájaro intentaba enseñar a volar a su polluelo. No podía evitar preguntarse por qué los pájaros volaban y los humanos no. ¿Y si los pájaros enseñaran a volar a los humanos, podrían ellos hacerlo? ¿O acaso no podían andar a dos patas los perros si se les enseñaba?
Esta era una de las muchas preguntas absurdas que solía hacerse de pequeño, pero nunca lo comentaba con nadie, porque no quería que lo tacharan de infantil. Y, sin embargo, estaba seguro de que los niños pequeños hacían preguntas más interesantes. La gente afirmaba (aunque dudaba que fuera verdad) que los niños hacen una media de cuatrocientas preguntas al día. Era una cifra absurda, pero sí que era cierto que los pequeños preguntaban mucho. ¿Por qué lo harían? ¿Qué llevaba al ser humano a hacerse preguntas, a querer descubrir y entender cosas?
Sin darse cuenta, se sacó el bolígrafo de la boca y comenzó a escribir. Sus compañeros, que ya habían renunciado hace rato a escribir absolutamente nada, lo miraban anonadados. Los que estaban más cerca de él trataban de mirar lo que escribía para copiarse, pero les resultaba imposible.
Cuando sonó la campana, los alumnos entregaron sus exámenes. Esa noche, el profesor se sentó en su casa para corregir los exámenes. Suponía que no le llevaría demasiado tiempo, ya que normalmente las hojas estaban vacías y sólo debía poner ceros y pasar las notas a su libreta.  Cuando llegó al examen de nuestro amigo, el distraído, se sorprendió al verlo escrito. Lo leyó con calma, y cuando acabó marcó un diez redondo en la parte superior de la hoja.
Esto era lo que el chico había escrito:
"Hay mucha gente por ahí a la que le gusta hacerse preguntas, por ejemplo, a los filósofos, a los científicos, a los médicos, a los psicólogos... pero, ¿qué lleva a un niño de apenas unos años de vida a hacerse preguntas? Porque no creo que este niño trate de encontrar la solución al mayor problema de la humanidad o trate de adivinar el sexo de los ángeles, y tampoco creo que su objetivo sea descubrir un nuevo material o una vacuna contra el sida. Así pues, ¿qué instinto primario lleva a todo ser humano, desde la cuna a la tumba, a preguntarse por qué?
El otro día, mientras caminaba por la calle, oí que un niño le preguntaba a su madre: mamá, ¿por qué los humanos no podemos respirar debajo del agua? No pude oír qué contestaba su madre, pero eso me llevó a preguntarme muchas cosas, como por ejemplo: ¿por qué no podemos volar? ¿Por qué hay guerras en el mundo? ¿Por qué no se puede solucionar todo con una varita mágica, como en las películas? ¿Por qué hablamos? ¿Por qué soñamos? ¿Por qué nos ilusionamos, reímos, lloramos, sufrimos y amamos? Y entonces, tras haberme hecho a mí mismo todas esas preguntas, encontré una respuesta. Puede que no fuera la mejor, ni la más satisfactoria, pero era la mía y eso me gustaba. Mucha gente se pregunta por qué. Y yo, en cambio, sigo diciendo:
¿Y POR QUÉ NO?"


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HECHO POR: Irene Bello Hernández, 
jovena con artes innatas hacia la literatura.

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