miércoles, 23 de noviembre de 2011

''Narración: ¿Acaso merecía esto?''

''Hola,mi nombre es María,y tengo 26 años. Mi historia comienza un maravilloso día de otoño hará unos 7 años,cuando yo tenía 19. Conocí a Francisco,Fran,un jóven maravilloso,agradable y risueño. Recuerdo perfectamente la situación: estabamos en el supermercado. Realizaba las compras de la semana,ya que justamente hacía un año desde que me había independizado. Efectivamente,siempre he sido un chica con bastante iniciativa que sabe cuidar de sí misma. Eso sí,mis padres me ayudaban un poco con el alquiler,la gasolina de mi pequeño coche de segunda mano,los estudios,entre otras cosas.

Estaba distraída en mis pensamientos tratando de escoger una tableta chocolate,mi vicio particular,cuando él se chocó contra mí,al parecer,por andar despistado. ¡Anda! Teníamos algo en común,lo despistados que eramos. A raíz de ese pequeño 'accidente' establecimos una conversación. Sentí algo diferente en él,era muy
abierto,hablar con él era fácil,espontáneo,parecía que no era un extraño. Nuestra conversación siguió un rato,cuando nos hallábamos fuera del supermercado tras haber pagado los productos,él me pidió mi teléfono. Curiosamente,accedí a dárselo,me pareció realmente amigable. Al despedirnos una mirada llena de complicidad nos inundó,algo extraño,fascinante.

Poco tiempo después me llamó y tuvimos una especie de cita,en la que fuimos a dar una vuelta por el pueblo y a tomar unos refrescos. Recuerdo aún que él tomó una cerveza sin alcohol,bien fresca,a su gusto. La
química entre nosotros brotó desde el momento en el que le ví por primera vez,y para mi sorpresa,un mes más tarde,estabamos saliendo. Sí,eramos novios,ese término que había detestado durante toda mi vida,mi pareja. Sin duda,eramos felices,jóvenes,libres. Estabamos mucho tiempo juntos,disfrutabamos como niños. Al llevar seis meses,me presentó a sus padres y yo le presenté los míos. La relación entre todos era muy buena,afortunadamente,y pronto me di cuenta de que esto podría echar raíz y crecer.

Así fue,al llevar tres años,nos casamos. Muchos decían que era bastante pronto para casarme,a los 22,pero a mi la edad no me importaba,amaba verdaderamente a Fran. Él compartía el sentimiento,o al menos..eso era lo que yo creía. Todo iba bien en los primeros años del
matrimonio,aunque ambos habíamos sentado un poco la cabeza y vuelto un poco más responsables a pesar de nuestra corta edad. Entonces llegó el día. Llevabamos alrededor de dos años y seis meses de matrimonio cuando él llegó una noche ebrio. Estaba fatal,totalmente descontrolado,se notaba que había tomado demasiado. Cuando llegó por la puerta,traté de ayudarle para que no tropezara,pero este me propinó un puñetazo en la cara que me hizo caer al suelo. Mis ojos se llenaron de incredulidad,noté como unas lágrimas gélidas se deslizaron por mi cara ferozmente. No podría creer lo que estaba pasando. Me encontraba en un estado de shock tan grande que apenas pude oir lo que me decía Fran. Se fue a acostar y me dejó tirada ahí,cruelmente.

Al pasar de los días,lo notaba muy avergonzado de su acción,y en más de una ocasión me rogó el perdón.
Fui considerada,ya que estaba ebrio,le perdoné. Pero sus promesas nunca fueron verdad,dijo que nunca más lo haría. Pocas semanas más tarde,me hallaba en su escritorio revisando su trabajo y sin querer rompí un informe que había hecho. Me sentí
realmente culpable y le pedí perdón. ¿Su reacción? La ira le dominó y la desató en mi. Me agarró de mi suéter de terciopelo y me levantó en el aire,empujándome contra la pared me gritó a la cara,a saber cuantas sandeces e insultos salieron por su boca. Me empujó una vez más y me dejó caer al suelo. Yo lloraba desconsoladamente ,¿acaso merecía eso?

Fran nunca fue el mismo. Su cambio fue agravandose cada noche,cuando no albergaba amor en su mirada,me gritaba,empujaba y no mostraba señales de cariño. Pasé años de esta manera,guardándo silencio,ocultando los golpes y las heridas que habían marcadas en mi piel. Yo no quería acabar así,le dí cientos de oportunidades. Derramé ríos de lágrimas que no cesaban,pero callé. Fui tolerante cuando nunca debí dejar que me tocara. Un día no pude más,y me revelé. Le
gritaba,estaba harta,no aguantaría que me tocara una vez más. Y se llenó de odio,me golpeó con su brazo izquierdo en la cara,y caí. Me golpeaba sin parar,me desangraba. Y le vi marchar,sin saber adonde iba,con las llaves en sus manos y su chaqueta chorreando sangre. Sangre de la persona a la que el decía que amaba.

Me llamaba María y tenía 26 años. Ahora estoy muerta.''


Narración por Alex Herrera.

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