martes, 13 de diciembre de 2011

"LA COMPETITIVIDAD: Un arma de doble filo"


En todos sitios debemos competir. La sociedad nos inculca que en todo momento debemos competir con otras personas para ser mejores y no disfrutar de lo realmente importante en la vida, que es el camino y no la meta. Todo el rato se compite en todo: por las notas, por ganar en algo. En definitiva la gente tiene claro que ganar en algo o sacar mejor nota en algo significa ser mejor persona que la “contrincante”. Y es que eso lo único que hace es que te pierdas emocionalmente, tanto tú como la otra persona. Nos tienen enseñados de que debemos hacerlo en todo momento, incluso para entrar en la universidad, para entrar en un proyecto que tenga que tener en cuenta las notas, para conseguir un trabajo…Y es esa puta competitividad la que pone más nervioso cuando tú no puedes lograr subir tu rendimiento de esfuerzo y has llegado a tu máximo. Cuando las otras personas COMPARAN las cosas y se equivocan pensando que son mejores personas. No entendemos que haya personas que no puedan llegar al mismo nivel que las otras y que se sientan mal porque las otras personas compitan con ella. No eres el ganador de una carrera, por correr más rápido que la otra persona. Lo importante es el camino, no la meta. La meta da exactamente igual. Todo lo que tú hagas en tu vida, todo el esfuerzo que pongas en una cosa y todo lo que tú quieras hacer valdrá la pena, porque podrás en el asador el ejercicio de tu libertad como persona. Estamos ofreciendo a la gente, a la pibada una serie de “principios” que son fatales. Unos principios que nacen de: “DINERO, COMPETITIVIDAD, y SEXO”. ¿De qué coño te sirve ser mejor que alguien jugando a las canicas, si después eres un racista de mierda? ¿De qué te sirve sacar mejores notas que alguien si después no tienes ni idea de lo que significa el compañerismo? Yo no sé si la comparación es buena. Lo que si sé es que competir por unas notas es lo peor que puede haber. Por lo tanto, que la sociedad imponga que la competitividad es buena no quiere decir que nosotros tengamos que acatar estas cosas y seguir como borregos a una gente incoherente que no sabe ni hacia donde gira su vida. Empecemos a mirar por nuestros propios derechos. A decidir el rumbo de nuestra vida. Y lo mejor sería que eligiéramos vivir. Pero vivir de una forma sana, sin celos, sin envidias, sin competitividad, sin superioridad (y te lo dice un experto en todo lo anterior, menos en lo primero).
Y digo que es un arma de doble filo, porque también puede hacer que demos lo mejor de nosotros mismos.



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